Frente a la casa en ruinas
Lermo BalbiDulce hora de la infinitud solar,
a silbo de labios la oración balbucida, el arrullo,
la imprecisa promesa y el adiós,
mas, entre pájaros enfermos que han extraviado el árbol,
toda ansiedad te abarca.
Aún estamos vivos, nos iguala la carne en las heridas.
Un claror difuso envuelve en vapor de hierbas
las paredes de antaño que, sobre la humedad
de esta floresta, socava el último socorro humano.
En frente, hasta el límite del tiempo
verticales sendas para una comitiva aérea
surgen en terrenal porfía.
De este callado instante de la noche,
suelto el corazón del puño,
en alto vuelo, nace otra alborada inútil
perdida entre vientos y perfumes.
Este es otro día que me has dado, Señor,
y de qué vale tanta piedad, si la muerte espera
en todo instante que preservo en mí.