
Error 404
El autor de nombre de pluma Error 404 es un estudiante de filosofía e ingeniera física. Su tiempo libre lo invierte inmerso en la lectura. La música es otra de sus pasiones. Además de ser un insaciable consumidor de información, disfruta expresándose a través de la escritura. Comparte su espacio vital con un gato, llamado Apolo.
Carta 11
El Hijo del Carnicero
—Sí, señor. ¿Es usted el doctor? —Me miró con esperanza y asentí con la cabeza —Perdone mi aspecto, era para animar al niño… le encanta la Navidad.
—No tiene que disculparse, pero le pido que se mantenga alejado del niño mientras le examino. De hecho, como usted ha estado en contacto con él, también tendré que revisarlo.
—Claro, doctor. Lo que usted diga.Escuché un sollozo en la habitación del lado a la que nos dirigíamos. El carnicero me explicó que era la madre, estaba devastada por la enfermedad del pequeño. El hombre se quitó la cornamenta y me dijo pasara a la habitación del enfermo. Lo revisé como hago siempre, fue impactante incluso para mí. Fuertes ampollas lucían a lo largo de las axilas, cuello y entrepierna. Dos grandes bultos negros, como carbones encendidos, se alojaban en su frente. Sus dientes, podridos hasta la raíz, se asomaban entre sus labios resecos y agrietados. Su cabello, escaso y quebradizo, apenas cubría su cráneo. Cada vez que tosía, un chorro de sangre salía de su boca y se mezclaba con el sudor que le corría por el cuerpo. Sus ojos, amarillos como el azufre, me seguían con el ceño fruncido. Su piel, llena de llagas supurantes, se había adherido a la ropa y a la sábana que lo envolvía, formando una costra de tela y carne. El hedor que emanaba de él era insoportable, una mezcla nauseabunda de vainilla rancia, ocre podrido y sangre coagulada, además del olor a muerte que lo impregnaba todo. Lo anoté en mi cuaderno y ofrecí un brebaje analgésico al pequeño. Cuando me giré para hablar con el padre escuché nuevamente el sollozo de la habitación contigua, esta vez la naturaleza del aullido me hizo estremecer.